La desaventura de la reina Carolina Matilde: un amor prohibido en la corte danesa del siglo XVIII


Por Darío Silva D’Andrea

La desaventura de la reina Carolina Matilde: un amor prohibido en la corte danesa del siglo XVIII

El 28 de abril de 1772, Johann Friedrich Struensee, médico, asistente y consejero personal del rey danés Christian VII, fue ejecutado y desmembrado públicamente en Copenhague a los 35 años de edad.

Oficialmente, se anunció que el doctor había abusado de la confianza del rey, usurpado el poder real mediante engaños y cometido, por lo tanto, un delito de alta traición contra la corona danesa y el país. Entre las decisiones que el doctor había tomado en nombre del rey estaban la abolición de de la tortura, del trabajo esclavo y la censura a la prensa.

Extraoficialmente, sin embargo, la familia real danesa, la nobleza y gran parte de la población sabían que el mayor delito cometido por el doctor Struensee era haber enamorado (y embarazado al menos una vez) a la reina Carolina Matilde, una princesa inglesa que era entonces la esposa de Christian VII.

Carolina Matilde, hermana del rey Jorge III de Inglaterra, fue la esposa de Christian VII de Dinamarca.
Johann Friedrich Struensee, médico, asistente y consejero personal del rey danés Christian VII

Struensee había nacido treinta y cinco años antes en Halle, en el norte de Alemania, y era el hijo de un prominente ministro luterano y nieto de un médico que había tratado al rey Christian VI de Dinamarca, por lo que la familia era muy respetada en el reino nórdico.

En 1769 se trasladó a Copenhague, donde comenzó a trabajar en el equipo de médicos del rey Christian VII, quien para entonces ya manifestaba serias alteraciones mentales. En el afán del gobierno por mantener al rey tranquilo y alejado de los problemas políticos, Struensee se convirtió en el mayor confidente del rey y empezó a asesorarlo en todo lo concerniente al gobierno.

Por otro lado se encontraba la reina Carolina Matilde. Nacida en Leicester House, en Londres, era la hija del príncipe Federico Luis de Gales y la princesa Augusta de Sajonia-Gotha. También era la nieta del rey Jorge II de Inglaterra. Su abuela fue Sofía Dorotea de Celle, aquella princesa alemana que fue condenada a pasar su vida encerrada en un castillo luego de ser descubierta su relación adúltera con un noble sueco. En el fondo, las vidas de abuela y nieta son casi una copia idéntica.

Según María Pilar Queralt del Hierro, “nada hacía presagiar que la joven princesa inglesa iba a seguir los pasos de su abuela. Bella, jovial, culta y con la garantía de estar vinculada a una potencia tan pujante como la Gran Bretaña del siglo XVIII, Carolina no tardó en convertirse en objeto de deseo de diversas familias reinantes europeas que la consideraron la mujer idónea para desposarse con su heredero”.

En 1766, su hermano mayor, el rey Jorge III, aceptó la petición de mano de Carolina Matilde que le hizo el flamante rey danés Christian VII, sin considerar la peligrosa enfermedad mental que padecía aquel monarca.

Carolina Matilde tenía quince años cuando llegó a la corte de Copenhague y se llevó el susto de su vida: “Christian no era, como le habían asegurado, un muchacho gentil y apuesto, tan culto y refinado como ella, sino un hombre burdo, hosco y enfermizo. Tampoco le habían avisado -posiblemente tampoco lo hicieran a la corte de Londres- de que padecía importantes desequilibrios mentales que no solo le llevaban a ser un monarca débil siempre manejado por su entorno, sino un hombre amante de los placeres al que el matrimonio y su corta edad (acababa de cumplir 16 años) no le impedían que dilapidara su vida en continuas orgías y excesos”.

La boda se celebró el 8 de noviembre de 1766 y el 28 de enero de 1768 Carolina Matilde dio a luz a su primer hijo, un niño que en el futuro se convirtió en el rey Federico VI. Un año más tarde, aparecía en escena el elegante Struensee.

Aunque al principio Carolina Matilde se mostró muy recelosa e incluso claramente renuente hacia Struensee, que había adquirido una gran influencia sobre el rey, empezó a desarrollar una amistad con el médico. El inteligente Struensee ofrecía a la reina lo que nadie en la fría corte danesa podía darle: charlas inteligentes y apoyo en los difíciles momentos en que Carolina Matilde debía enfrentarse a la despiadada reina Juliana María (madrastra del rey), que terminó convertida en su enemiga número uno.

Struensee tuvo poder absoluto entre los años 1770 y 1772, período durante el cual, actuando en nombre del rey, llegó a emitir más de 1.000 órdenes ministeriales, a un ritmo de más de tres órdenes por día. El rey, con cada vez más evidentes problemas mentales, le dejaba hacer ciegamente para poder dedicarse a sus amantes, sus juegos de cartas y sus salidas nocturnas. Entre las medidas que tomó se cuentan la abolición de la esclavitud y del trabajo gratuito entre la burguesía, el apoyo a la prensa libre, y diferentes reformas de universidades para incentivar el pensamiento libre, reestructurar las instituciones judiciales para minimizar la corrupción y abolir de privilegios de la nobleza.

Aunque al principio las medidas de gobierno del favorito real fueron aceptadas, lentamente Struensee se fue transformando en el enemigo secreto de quienes veían más afectados sus intereses. Paralelamente comenzaron a circular rumores de la íntima relación que Struensee mantenía con la reina Carolina Matilde.

“Carolina, ofuscada por la pasión e impulsada por su amante, comenzó a inmiscuirse en los asuntos de Estado. Su apoyo decidido a la política reformista no tardó en hacerla destinataria de las iras de los sectores más conservadores de la corte, que se pusieron en estado de alerta a fin de buscar la forma de acabar con el poder político del tándem formado por reina y favorito”.

El escándalo estalló el 7 de julio de 1771, cuando Carolina Matilde dio a luz a una niña, la princesa Luisa Augusta, y en la corte nadie dudaba de la paternidad biológica del médico elevado a la categoría de ministro principal. A la inocente niña la despreció hasta su abuela, quien la llamaba despectivamente “la Petite Struensee”.

Pronto comenzó a librarse una verdadera batalla palaciega contra Carolina Matilde, orquestada por la abuela de su marido, la vieja reina Sofía Magdalena (quien experimentaba viva repugnancia hacia el asunto porque era muy religiosa) y de la implacable reina Juliana María, cuyas motivaciones eran menos nobles: si lograba forzar el divorcio de los reyes por adulterio, los niños de Carolina Matilde serían nombrados ilegítimos y su hijo favorito, Federico, ascendería al trono. La reina madre orquestó un golpe palaciego y, apoyada por su hijo, ordenó a la guardia real detener a Johann Struensee y a Carolina Matilde en la Fortaleza de Kronborg.

La reina confesó su adulterio con la esperanza de salvarle la vida a su amado, pero fue inútil. El 28 de abril de 1772 Struensee fue condenado: se le cortó una mano, se lo castró y se le cortó la cabeza. Su cuerpo y mano y cabeza se exhibieron ante el pueblo danés como una muestra de lo que le sucede a quienes osan traicionar a la Corona, un crimen de “lesa majestad”.

Seis semanas después, Carolina Matilde fue expulsada de Dinamarca y enviada a Hannover, la tierra de sus padres, sin siquiera haberse despedido de sus dos hijos, a quienes nunca volvió a ver. Desde su prisión, la reina intentó, en vano, persuadir a su hermano Jorge III para que se le permitiera ver a sus pequeños, pero el rey no sólo la ignoró, sino que también la condenó. Carolina Matilde murió el 11 de mayo de 1775 a causa de la escarlatina. Había pasado los últimos tres años de su vida encerrada en la fortaleza de Celle, la misma en la que su abuela pasó sus últimos días confinada por su marido como castigo por su infidelidad.

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