Gustav Badin, el esclavo africano que fue adoptado por una reina y vivió en la corte de Suecia


Nacido en 1750 en la isla caribeña de Saint Croix, fue ofrecido como «regalo» para la reina Luisa Ulrica. Creció entre los príncipes reales, recibió una educación privilegiada y se convirtió en el hombre de confianza de la familia real.

Gustav Badin, el esclavo africano que fue adoptado por una reina y vivió en la corte de Suecia

En 1760, la reina Luisa Ulrica de Suecia recibió como regalo a un niño esclavo de diez años, Gustav Badin. Considerándose a sí misma una monarca ilustrada, Luisa Ulrica lo liberó de la esclavitud y lo crio con sus otros cuatro hijos, en una época en que los negros no formaban parte de la corte. Badin vivió una vida única para un afro-sueco en la Suecia del siglo XVIII, abrazando su fe y educación para encontrar el significado de la persona. Se enfrentó a la discriminación racial como persona de ascendencia africana, pero se creó una vida social e intelectualmente independiente.

Nacido en 1750 en la isla caribeña de Saint Croix, una colonia danesa en las Indias Occidentales (que más tarde sería conocida como las Islas Vírgenes de los Estados Unidos). Llamado originalmente Couschi, Badin era hijo de unos esclavos africanos que murieron cuando se incendió la casa en la que vivían dentro de una plantación propiedad del gobernador general danés, el barón von Pröck.

Cuando el noble dejó la isla en 1758 para regresar a Dinamarca, llevó a Badin a Copenhague. Se estima que alrededor de 200.000 africanos y afrodescendientes fueron llevados a Europa durante los siglos XVII y XVIII, como parte del comercio transatlántico de personas. La mayoría eran esclavos o sirvientes y solían ser utilizados como símbolos exóticos de estatus en la corte y entre familias de la alta nobleza.

Badin estuvo al cuidado de la familia del comerciante danés Gustaf De Brunck antes de ser llevado a Estocolmo como “presente” para la reina. Se integró rápidamente a la familia real: los hijos del rey Adolfo Federico y la reina Luisa Ulrica eran el príncipe heredero Gustavo (de trece años), Carlos (de 11), Federico Adolfo (9) y Sofía Albertina (6). Gustav Badin creció en el palacio real, muy cerca de la familia real, y recibió una educación libre, inspirada en el libro ‘Émile’ (1762) del filósofo francés Rosseau, muy vigente en la época.

Bajo la protección de la reina, a Badin lo instruyeron en la fe cristiana y lo bautizaron en la Capilla Real del Palacio de Drottningholm en diciembre de 1768, y los miembros de la familia real ejercieron como padrinos. De ellos recibió sus muchos nombres de pila: Adolf Ludvig Gustav Fredrik Albert. Badin llegó a referirse a Luisa Ulrica como su madre adoptiva.

Cuando llegó a la adultez, Badin fue integrado a la corte: bailó ballet, actuó en el teatro, y trabajó como lacayo, secretario y asesor de la reina Luisa Ulrica y posteriormente, cuando ella murió en 1782, de la princesa Sofía Albertina. Los príncipes le confiaron a Badin la tarea de custodiar los documentos de la reina, editarlos y destruirlos, si era necesario.

Tras la muerte de la reina Badin recibió un par de granjas de la corona cerca de Estocolmo pero, aunque se consideraba un granjero, pasaba la mayor parte de su tiempo en Estocolmo. En la capital sueca creó una extensa biblioteca privada y participó activamente en las órdenes fraternales seculares que florecieron a finales del siglo XVIII. También escribió un diario que hoy se conserva en la biblioteca de la Universidad de Uppsala. En el aspecto privado, se casó dos veces pero solo tuvo un hijo que murió siendo un bebé. Badin tenía más de setenta años cuando falleció como un hombre libre en marzo de 1822 y fue enterrado en el cementerio de la iglesia de Katarina en Estocolmo. Su tumba permaneció anónima durante dos siglos hasta que, este 2023, la ciudad decidió marcarla con su nombre.

Monarquias.com

Sitio web creado por WordPress.com.

Descubre más desde Monarquías.com

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo