Guillermo IV, el más impopular de los reyes británicos, murió hace 185 años


Durante mucho tiempo, antes de ser rey, fue ridiculizado por todos: la corte, el gobierno y hasta su familia. Fue considerado el más maleducado, irritante y vulgar de los reyes ingleses.


El 20 de junio de 1837, hace 185 años, el rey Guillermo IV de Inglaterra murió en el Castillo de Windsor, siendo el último hombre de la Casa de Hannover que ocupó el trono británico.

A las 5 de la mañana de ese día, el arzobispo de Canterbury y el Lord Chambelán, Francis Conyngham, llegaron al Palacio de Kensington para anunciar a la princesa Victoria que, por la muerte de su tía, ahora era la nueva reina.

Alejada de la vida mundana por su madre, Victoria apenas tenía 18 años y siempre mantuvo buenas relaciones con su tío, aunque opinaba que era “raro, muy raro y extraño”.

Durante mucho tiempo, antes de ser rey, Guillermo IV, titulado duque de Clarence durante su juventud, fue ridiculizado por todos: la corte, el gobierno y hasta su familia. Fue considerado el más maleducado, irritante y vulgar de los reyes ingleses.

Coronado Rey a los 65 años, en 1830, al morir su hermano mayor Jorge IV, había pasado toda su vida exclusivamente dedicado a jugar, comer, beber y satisfacer sus deseos más bajos.

Durante su juventud se enamoró de una actriz llamada Dorothy Jordan, con la que tuvo la escandalosa cifra de diez hijos ilegítimos, y nunca demostró interés en sus obligaciones reales hasta que, ya en los cincuenta, notó que estaba muy cerca del trono.

A los veinte años envió desde Alemania una desagradable carta a su hermano en la que se quejaba desesperadamente de la falta de mujeres con las que mantener relaciones y decía que se vería forzado a “poner a una mujer cualquiera de la ciudad contra la pared o a tomar una en medio de un desfile”.

En la misma carta, el joven príncipe brindaba “por Inglaterra y por todas las muchachas de Westminster, al menos por aquellas que no me abofetearon ni me pegaron la sífilis…”.

En 1818, el Parlamento lo convenció de dejar a su amante para casarse con una princesa y tener hijos. La elegida fue Adelaida de Sajonia-Meiningen, a la que un contemporáneo definió como «sin dudas la mujer más fea de sus dominios».

Cuando llegó el momento de su coronación, en 1831, Guillermo IV era un hombre obeso con frecuentes estallidos de ira. Bebía sin límites y eructaba en los banquetes de Estado.

Durante mucho tiempo había sido ridiculizado por todos (la corte, la nobleza, su familia incluso), y todos se reían a sus espaldas con el apodo que se le había impuesto: «Coconut», por la forma ovalada de su cabeza.

La reina Adelaida no tuvo hijos sobrevivientes (su única hija había fallecido a la edad de cuatro meses), por lo que el 20 de junio de 1837, al fallecer Guillermo, fue su sobrina la heredera de la corona. La princesa Victoria reinaría durante los siguientes 64 años.

Guillermo IV fue enterrado en la capilla de San Jorge, del castillo de Windsor. La reina Adelaida murió el 2 de diciembre de 1849 y fue enterrada con él.

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