Hace 123 años: nació Carlota de Mónaco, la bastarda convertida en princesa que salvó a la dinastía Grimaldi


Nacida en Constantinopla el 30 de septiembre de 1898, educada en París y adoptada en Mónaco, Charlotte Louvet se convirtió de la noche a la mañana en la princesa Carlota. Fue la abuela de Alberto II, Carolina y Estefanía.

Hace 123 años: nació Carlota de Mónaco, la bastarda convertida en princesa que salvó a la dinastía Grimaldi

El príncipe Luis II de Mónaco (1822-1949), hijo de un matrimonio escandalosamente roto, nunca se casó. Maltratado en su infancia por los duros enfrentamientos que protagonizaron sus padres, creyó conveniente no buscar una esposa. Enlistado en el Ejército francés, recorrió varios puertos hasta conocer en Constantinopla a la hermosa Juliette Louvet, de quien se dice que era hija de una lavandera. Alberto I, padre de Luis, jamás apoyó esa relación y se negó a dar su consentimiento.

Del romance de Luis y Juliette nació en 1898 en Constantinopla una niña, Carlota (Charlotte), quien por decisión de su padre fue llevada a París para recibir una educación digna de la hija de un príncipe. No hay que olvidar que, al no tener Luis hijos, ni hermanos ni tíos, la niña es la única heredera de la dinastía Grimaldi, por lo que el 15 de mayo de 1911, cuando tenía 13 años, se aprobó una ley que la reconoció como hija de Luis.

Al no tener Alberto I más que un solo heredero, Luis, aparecieron en Mónaco otros pretendientes al trono. Uno de ellos era el duque alemán Wilhelm von Urach, miembro de una rama secundaria de la familia real de Württenberg, casado con la princesa Florestine, hija a su vez de Florestan I. El segundo era el francés marqués de Chabrillan, heredero directo de José Grimaldi, hijo del príncipe Honorato III.

Para evitar que un alemán se quedara con la corona de los Grimaldi, el príncipe Alberto I ya en los últimos años de su vida se resignó a adoptar a Carlota, su única nieta, en 1919. La firma de la adopción tuvo lugar en París, con el presidente francés Poncaire y su canciller como testigos, y de esta forma Carlota Louvet Grimaldi se convirtió en la princesa Carlota de Mónaco.

Como heredera legítima del trono, Carlota tuvo que adecuarse a un matrimonio digno, y se casó en 1920 con el conde francés Pierre de Polignac, descendiente de una dama de honor de la reina María Antonieta de Francia. Ese año Carlota dio a luz a su primera hija, la princesa Antonieta, y tres años más tarde a su hijo, el futuro príncipe Rainiero III. En el medio, la muerte de Alberto I había convertido a Carlota en la presunta heredera.

Diez años más tarde, Carlota anunció su divorcio del príncipe Pierre, una noticia que despertó un gran escándalo en Europa. La princesa había abandonado el hogar y a sus hijos para viajar por Europa y curar sus depresiones crónicas, provocadas en parte por haberse casado con un hombre que nunca amó. De Pierre se decía que era homosexual.

Pierre de Polignac era guapo, elegante y refinado, y “su voz tan cultivada que era prácticamente inaudible”, escribió la revista Life en 1947. Los informes decían que el príncipe, un asiduo de los círculos literarios donde pudo cultivar su pasión por la literatura y la poesía, conoció a Jean Cocteau y mantuvo una relación sentimental con Marcel Proust.

El 18 de febrero de 1933 Luis II firmó la ordenanza que rompió definitivamente el matrimonio entre su hija y Pierre y ordenó posteriormente a su ex yerno no volver a Mónaco a menos que quisiera enfrentarse al Ejército monegasco. Pierre se fue a vivir a París y cuando quiso ver a sus hijos iba a una finca en la frontera del principado, con una renta anual de 500.000 francos concedidos como “pensión alimenticia” de parte de Carlota.

Aunque Antonieta y Rainiero quedaron al cuidado de su abuelo, el príncipe Pierre nunca cortó las relaciones con ellos, especialmente con el varón, a quien acompañó a Los Ángeles (EEUU) para pedir la mano de la actriz Grace Kelly.

En 1944, la princesa Carlota decidió renunciar a su derecho al trono, con lo cual al morir Luis II, cinco años más tarde, su nieto se convirtió en el príncipe Rainiero III. La antigua heredera retuvo el título de princesa y fue a la universidad en su vida posterior, obteniendo un título en trabajo social fuera de sus deberes reales.

Carlota asistió a la entronización de su hijo y luego se mudó a una finca en las afueras de París para vivir su vida posterior. Allí ayudó a rehabilitar a los presos y vivió con su amante, un ex ladrón de joyas francés, lo que la convirtió en una figura real bastante singular en sus últimos años. En 1956 asistió a la boda de Rainiero III con Grace Kelly y se la vio muy poco hasta su muerte en 1977.

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