Hace 100 años, nació Alejandra de Grecia, la última y desdichada reina de Yugoslavia


Protagonista de una vida marcada por la tragedia, la infelicidad y el exilio, Alejandra fue prima hermana de la reina Sofía de España y del duque de Edimburgo.

Hace 100 años, nació Alejandra de Grecia, la última y desdichada reina de Yugoslavia

Cien años atrás, el 25 de marzo de 1921, nació en Atenas la princesa Alejandra de Grecia, quien se convertiría, por matrimonio, en la última reina de Yugoslavia, aunque como tal solo “pisó” Yugoslavia en el Claridge’s Hotel de Londres el 17 de julio de 1945, día en que dio a luz al príncipe heredero Alejandro. Para que el bebé pudiera reclamar la nacionalidad yugoslava, el Ministerio de Relaciones Exteriores británico permitió que el rey Jorge VI declarara su suite territorio yugoslavo solo para ese día.

El nacimiento de su único hijo fue uno de los pocos eventos felices en un matrimonio en gran parte infeliz. Cuando conoció a Pedro II, de 19 años, en Londres en 1942, él ya había sido rey de Yugoslavia durante siete años y medio, tras el asesinato de su padre, el rey Alejandro, a manos de un terrorista macedonio en 1934. Hasta marzo de 1941, su tío, el príncipe Pablo actuó como regente, pero cuando su gobierno, bajo la amenaza de la invasión nazi, puso fin a la neutralidad yugoslava al firmar el pacto anti-Comintern, fue derrocado en un golpe y Pedro declarado mayor de edad. El 6 de abril, un enfurecido Hitler atacó Yugoslavia y Pedro fue trasladado en avión a Grecia y luego a Londres.

Aunque contaba con la protección de su padrino Jorge VI, Pedro estaba mal preparado para el exilio. Por el contrario, Alejandra, a quien conoció en marzo de 1942 en una fiesta ofrecida por el Club de Oficiales Aliados en Grosvenor House, había estado exiliada casi toda su vida. Ella era la única hija del rey Alejandro de Grecia, quien murió en 1920 por envenenamiento de la sangre después de ser mordido por su mono mascota. Cinco meses después nació Alejandra, y cuando Grecia fue declarada república en 1924, a ella y a su madre, Aspasia Manos, se les aconsejó que abandonaran el país.

La infancia y la adolescencia de Alejandra siguieron el mismo patrón de desarraigo y modestia de otras familias reales europeas exiliadas. Declarada princesa pese a ser hija de un matrimonio morganático, Alejandra y su madre se mudaron de Italia a Londres, antes de establecerse en París en 1935 en el Hotel Crillon.

Su primo segundo, el príncipe Felipe de Grecia, más tarde esposo de la reina Isabel II, fue otro exiliado griego, y compartieron varias vacaciones juntos en casas de familiares. A diferencia de Felipe, que amaba a Gordonstoun, Alejandra llegó a odiar el internado de niñas al que fue enviada, Heathfield, en el Reino Unido. Al principio, su madre se negó a llevársela, pero cedió después de que Alejandra hizo una huelga de hambre. El médico temió por su vida y la trasladaron a Suiza y luego a París, donde completó la escuela.

Poco después, la infeliz adolescencia de Alejandra de Grecia se completó cuando recibió una propuesta de matrimonio del rey Zog de Albania, quien conoció a la princesa a través de una fotografía que le presentó un diplomático. La madre de Alejandra, la princesa Aspasia, pensó que su hija era demasiado joven y se sintió aliviada cuando el rey Jorge II de Grecia, tío de la joven, rechazó dar el permiso para un matrimonio que habría sido de lo más inconveniente.

Alejandra encontró una mayor resistencia de los padres cuando ella y el rey Pedro decidieron casarse en el Londres de la guerra, esta vez de la madre de Pedro, la reina María de Yugoslavia. Se necesitó la aprobación del rey Jorge VI y del primer ministro, Winston Churchill, antes de que se celebrara la boda en marzo de 1944.

Es posible que Churchill tuviera remordimientos, porque ya había decidido cambiar el apoyo en Yugoslavia del realista ‘Ejército Nacional’, dirigido por el general Mihailovich, a los partisanos comunistas dirigidos por Tito. En junio de 1944, bajo una severa presión británica, Pedro II se vio obligado a disolver su gobierno en el exilio y finalmente abolir el puesto de Jefe de Estado Mayor del Alto Mando, que ocupaba junto con Mihailovich.

Tras una elección amañada en noviembre de 1945, Pedro nunca se recuperó de lo que vio como una traición, y el resto de su vida fue un incesante declive. Los comunistas se habían apoderado prácticamente de toda la inmensa fortuna de la familia real yugoslava, y Pedro II se vio obligado a vender las joyas de Alejandra para llegar a fin de mes. Gastó la mayor parte del capital restante en una empresa de transporte marítimo en Estados Unidos que nunca despegó y en un plan para iniciar una fábrica de plásticos. A fines de la década de 1940, él también mantuvo relaciones indiscretas con otras mujeres y Alejandra decidió regresar con su hijo a Europa.

Hubo varios intentos de reconciliación, pero en octubre de 1953 Pedro demandó el divorcio en París por deserción. Esto llevó a Alejandra, ahora en bancarrota, a varios intentos de suicidio serio cortándose las muñecas. Un médico llegó a tiempo y la petición de divorcio fue rechazada; pero el matrimonio nunca se recuperó. Pedro II pronto regresó a los Estados Unidos, donde se sumergió en el alcoholismo y murió prematuramente en 1970. Alejandra se estableció como ciudadana privada en Inglaterra y murió en Sussex en 1993.

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