Lord Altrincham, el noble que “salvó” a la reina Isabel II con su idea de discursos navideños televisados


Desató un verdadero vendaval sobre el palacio de Buckingham al publicar un importante ensayo en el verano de 1957.

Lord Altrincham, el noble que “salvó” a la reina Isabel II con su idea de discursos navideños televisados

Cómo se puede mantener actualizada una institución centenaria como la monarquía británica? Hace 67 años, la familia real protagonizó verdadero ciclón revolucionario después de un artículo editorial publicado por un escritor prominente, el segundo Barón Altrincham.

El noble (quien más tarde sería conocido como John Grigg tras renunciar a su título) sacudió a Gran Bretaña cuando sugirió que la reina y los cortesanos que la apoyaban no estaban en contacto con sus súbditos, una controversia que se puede ver en la segunda temporada de la serie «The Crown» producida por Netflix.

Quién fue Lord Altrincham, el aristócrata y escritor que sacudió a la monarquía británica

Lord Altrincham, como todos los personajes de esta serie, existió realmente y su papel fue preponderante en la modernización de la monarquía, que para finales de la década de 1950 parecía estancada en el tiempo. John Grigg, también conocido como Lord Altrincham, fue un escritor y político británico que pasará a la historia como el hombre que llamó a la reina Isabel II una «colegiala aplicada».

Su padre era el periodista de «The Times» Edward Grigg (más tarde Baron Altrincham), que era dueño y editor de una publicación poco conocida llamada «National Review». Después de graduarse de Oxford, John se hizo cargo de esta revista. También se presentó al Parlamento, pero sus ambiciones políticas no tuvieron éxito, por lo que centró su atención en el periodismo.

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Después de la muerte de su padre en 1955, Grigg se convirtió en el nuevo Lord Altrincham, renombró su publicación como «National and English Review» y publicó artículos que atacaban al gobierno conservador por su manejo de la Crisis de Suez, pidió la abolición de la Cámara de los Lores y fue un crítico abierto de los títulos nobiliarios hereditarios.

Diferentes voces se habían alzado en esos años, especialmente en 1957, criticando a la monarquía liderada por Isabel II, quien entonces tenía poco más de treinta años de edad. «La familia real dispone de mucho tiempo libre«, se quejó el autor B.A. Young ese año. «Treinta y tantas apariciones en 90 días en verdad no constituyen un programa agotador cuya principal razón de ser es la realización de presentaciones públicas«.

Pero fue Altrincham quien desató un verdadero vendaval sobre el palacio de Buckingham al publicar un importante ensayo en el verano de 1957. El autor argumentó que la corte y sus funcionarios estaban demasiado alejados del ciudadano inglés común, y criticó personalmente a la reina Isabel, diciendo su estilo de hablar le daba «un dolor en el cuello» y diciendo que parecía «una colegiala».

«Los que adhieren a la monarquía como institución«, escribió, «deben estar por encima de las desagradables fotografías de color de una joven y esplendente mujer de brillante atuendo, para atenerse a las realidad más difíciles que se perfilarán de aquí a veinte años. La monarquía no sobrevivirá, y mucho menos prosperará, a menos que sus principales figuras rindan el mayor esfuerzo posible y demuestren toda la imaginación que ellas y sus consejeros puedan desplegar«.

El ataque Altrincham, interpretado erróneamente en las semanas siguientes, apuntaba a los cortesanos más antiguos de la Casa Real, la mayoría heredados de los reinados anteriores. Estos hombres de gris le escribían sus discursos, planeaban sus apariciones, elegían a sus amigos, la protegían, la acercaban y generalmente se aseguraban de que la reina permaneciera distante.

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«No será suficiente que ella represente las ceremonias«, continuaba Altrincham, «tendrá que decir cosas que la gente pueda recordar y hacer cosas por propia iniciativa, que induzcan a la gente a enderezar el cuerpo y prestar atención Por el momento, hay escasos signos de que esté perfilándose una personalidad semejante«. El noble criticó también el «estilo del lenguaje de la reina, que francamente es insufrible«.

«Como su madre, parece incapaz de pronunciar siquiera unas pocas oraciones seguidas sin un texto escrito, un defecto que es especialmente lamentable cuando el público puede verla (…). La personalidad expresada por las frases que ponen en sus labios es la de una escolar puntillosa, capitana del equipo de hockey, una auxiliar encargada de la disciplina«.

«Los que creemos que la monarquía puede sobrevivir y representar un papel cada vez más positivo en los asuntos de la Commonwealth, no deseamos guardar silencio mientras nadie rectifica una sucesión interminable de errores… No hay límite a lo que puede obtenerse si de ese modo se perfecciona el cambio que Jorge V inauguró«.

Altrincham sostuvo que la familia real no necesita vivir como un grupo de nómades elegantes y llegó a la conclusión de que la reina «es una institución meritoria» y decía que él la admiraba «personalmente y deseaba que tuviese buena suerte en su tarea infinitamente responsable y exigente«.

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Lo gracioso es que estas críticas son que las hizo por primera vez en 1953, en la época de la coronación de Isabel II, y nadie prestó atención, porque ese no era el estado de ánimo. Pero en 1957, el estado de ánimo nacional había cambiado. «Cambió radicalmente, en parte porque el brillo de la nueva Reina se había desvanecido, quizás«, explicó el historiador Robert Lacey; «pero también porque Gran Bretaña había pasado por este trauma de la Crisis de Suez, una arrogante aventura militar en el extranjero que terminó en desastre (…) De repente, sus ideas tocaron una fibra sensible«.

«En un ensayo, un autor reflexivo llegó al nervio de un problema esencial«, escribe el historiador Donald Spoto. «El palacio de Buckingham carecía de la capacidad para responder con espíritu creativo al sesgo sociopolítico determinado por los tiempos modernos, que exigen una respuesta imaginativa y la búsqueda de un nuevo significado dinástico que por el momento no aparece«.

«Lo que es peor«, continúa Spoto, «la corte de Isabel II estaba formada casi por completo por ingleses de raza blanca, pertenecientes a la clase alta. Mientras la sociedad británica se convertía en una entidad completamente multirracial y multinacional«.

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Hubo una tranquila oleada de apoyo popular al artículo de Altrincham, quien también se ganó una bofetada en la cara de parte de un miembro de la «Liga de Leales del Imperio», un grupo que argumentó que Gran Bretaña debería retener su imperio. Pero incluso el príncipe Felipe le habría sugerido a su esposa que tuviera en cuenta esa opinión: «Nuestra tarea consiste en lograr que la monarquía funcione«.

Según Altrincham, Martin charteris, ayudante del secretario privado de Isabel II, le dijo que «era lo mejor que le había sucedido al palacio en mucho tiempo». «Lo que hay que decir sobre Lord Altrincham es que era un gran monárquico«, dice Lacey. «No era republicano cuando criticaba a la reina. Estaba criticando el hecho de que la reina y los cortesanos pasados de moda no estaban sirviendo bien a la monarquía en su estilo«.

En «The Crown» la reina se ve profundamente afectada por sus comentarios. «Es un verdadero punto de cambio para ella y un verdadero punto de debilidad en su personaje«, dijo la actriz Claire Foy, que interpreta a la reina Isabel, sobre la trama. «Queda muy afectada por cómo la percibe el público. No es algo con lo que ella haya tenido que lidiar, ser criticada, realmente. Repentinamente ser criticada y hacer que su voz y su aspecto se conviertan en algo de lo que todos hablan, es cuando ella es realmente vulnerable«.

Eventualmente, la monarquía adaptó la mayoría de las sugerencias de Altrincham, aunque muchos años después este se quejaría de que sus sugerencias fueron poco a poco olvidadas. Por ejemplo, el discurso de Navidad de la reina fue televisada por primera vez en 1957, y en 1958, las debutantes ya no se presentaron a la corte. «[La historia de Altrincham] encaja con el espíritu de la época más grande, y creo que ese es el atractivo de la serie y del libreto. Muestras a la monarquía en el contexto histórico«, dijo Lacey.

Décadas más tarde, desafortunadamente, Altrincham se mostraría todavía disconforme con la monarquía: «Creo que lo que hice fue útil a la minoría de la Casa Real que los cambios eran necesarios. Son los servidores de la reina, pero no saben cómo proceder. Los primeros ministros de la soberana se han mostrado extraordinariamente serviles y descuidados en ese aspecto y no han atendido con absoluta seriedad los mejores intereses de la reina».

«Las cosas no han cambiado en absoluto en la casa de los reyes y en la rutina real, a pesar de que se ha anunciado la existencia de una época grande y nueva«, dijo Altrincham cuarenta años después. «La exagerada propaganda de la época afirmaba que se trataba de una nueva y grandiosa Era Isabelina; esa clase de cosas. ¡Pero no había cambiado en absoluto!»

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